martes, 2 de septiembre de 2008

EL PESO DEL RENCOR

El tema del día era "El Resentimiento" y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa.

Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y, cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí.

Crecer no es una tarea sencilla. Avances, retrocesos, desilusiones, esperanzas y mucho dolor acompañan el proceso vital del hombre en este mundo. En este trayecto forzosamente existirán personas que nos lastimen, que nos nieguen aquello que deseamos, que no nos comprendan o incluso que nos traicionen. Se trate de una herida emocional que nos hayan provocado nuestros padres, de alguien que nos ha olvidado o de un amigo que no ha sabido actuar con lealtad.

Todos hemos sufrido alguna vez por causa de otra persona. Ahora bien: ¿Qué sentimos por esa persona que nos dañó? ¿Intentamos alguna vez comprender por qué actuó de ese modo? ¿Somos capaces de olvidar la ofensa sufrida? ¿Sabemos perdonar?

Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiar. Me di cuenta que cuando le daba demasiada importancia a las promesas no cumplidas me llenaba de resentimiento, aumentaba mi stress, no dormía bien y mi atención se dispersaba.

Cuando las cicatrices no logran cerrarse y el rencor continúa anidando en nuestro espíritu, su energía actúa como un veneno. Muchas de nuestras enfermedades se deben a la ira permanente, a los pensamientos de venganza y destrucción que ocupan nuestra mente. Sólo cuando conocemos el verdadero amor, que es un regalo del cielo, ocurre el milagro de perdonar y dejar atrás las cadenas que nos atan al pasado.

¿Cómo amar a aquellas personas que te aborrecen o tú aborreces? - Perdonándolas o aceptando su perdón. Deseándoles lo mejor en sus vidas. Hacerles el bien cuando se te presente la oportunidad. Orar por ellas.

Es cierto que hacer esto va más allá de los límites de la razón y la voluntad. Quizás no está en tu capacidad hacerlo, pero sí a través de la acción poderosa de Dios en ti. Deja que sea Dios quien se encargue de romper con toda atadura que te ligue a todas esas actitudes de rechazo, resentimiento o rencor. Pídele hoy en oración que te de la capacidad de inyectar amor donde no lo hay, y Él lo hará.

Perdonar me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos.

El perdón es una expresión de amor. Y el amor incondicional que demuestras aún hacia aquellos que te han dañado, es la señal evidente que Dios gobierna tus sentimientos.

ESE OLOR A MAMÁ

-"Mamita, cómo hueles de rico". (Eso me dice mi pequeño de seis años con quien estoy acostada conversando). -"Pero mi amor, a qué puedo oler si no uso lociones, ni perfumes, ni cremas? Con seguridad no huelo a nada;todo mi tiempo lo ocupo en ir a trabajar y al volver hago las tareas del hogar dejàndome un tiempito para estar contigo todos los dìas". -"Te equivocas, mamita, hueles lindo, "HUELES A MAMÁ", me contesta sonriente. Esta respuesta me llena de emoción y me hace pensar: Es una respuesta linda, llena de amor y de ternura. HUELES A MAMÁ, yo nunca había pensado en ese olor, no lo había llamado así, nunca supe definirlo, pero ahora sé que mi madre olìa dulcemente a mamá. HUELES A MAMÁ, cuando estás llena de ternura, de amor, de cariño. de comprensión. HUELES A MAMÁ , cuando juegas con tus hijos sin importarte qué pasó con tu arreglo. Cuando con ellos vuelves a ser niña y compartes el yoyo, la pelota y la muñeca. HUELES A MAMÁ, cuando con ellos cantas y cuentas cuentos. Cuando escuchas sus quejas y oyes sus problemas. HUELES A MAMÁ, cuando encuentras palabras adecuadas en sus momentos tristes. HUELES A MAMÁ, cuando les dedicas todo tu tiempo cuando están enfermos, cuando vigilas su aseo personal y cuando lavas nuevamente sus zapatillas que tan pronto se ensucian. HUELES A MAMÁ, cuando les permites invitar a sus amigos, sin preocuparte cómo te dejan la casa y te sientes feliz porque estàn en lugar seguro. HUELES A MAMÁ, cuando soportas sus chanzas pesadas, cuando les hablas de su deporte favorito así tú no entiendas nada. HUELES A MAMÁ, cuando les reprendes a tiempo e impones una disciplina dulce pero firme. HUELES A MAMÁ, cuando sabes decir SÍ y cuando sabes decir NO. HUELES A MAMÁ, cuando te esmeras y preocupas por sus estudios. HUELES A MAMÁ, cuando procuras mejorar y aprender a ser mamá las veinticuatro horas del día. Mi niño me dijo que yo olía a mamá y me siento muy feliz. Ojalá todas las mujeres tuviéramos siempre ese hermoso y dulce " OLOR A MAMÁ ".